25 febrero 2005

Una plumita verde, o el erotismo inocente

Entre las hojas de la libretilla que llevo a todas partes, como un fotógrafo su cámara, encuentro una plumita verde y suavecita del desfile el domingo pasado del Carnaval de Águilas, pequeña ciudad en la costa de Murcia. Las primeras de las más de 50 peñas que pasearon el largo de la avenida principal hacia la playa, eran de bailarinas emplumadas que, con sus rumbas y sambas perfectamente coreografiadas, provocaban un gran deseo de desplumarlas – que no pude, pero si conservo una plumita soltada por el ala o posiblemente la cola de alguna de esas apetecibles aves. Después pasaron otras peñas de niñas de 5 o 6 años, también adornadas de plumas y telitas brillantes, imitando los gestos eróticos de sus mayores, después señoras mayores disfrazadas de colegialas imitando la inocencia de las niñitas, y otras muchas payasadas. Unos señoritos con sombreros planos y chalecos negros galoparon con grandes faldas en forma de caballos – y cuando se desvestían de sus caballos, revelaban medias de red y tacos altos de mujer, y se acercaban a las señoras espectadoras para sentarse en sus faldas con gestos obscenos; otra peña de maricas – auténticos o disfrazados como tal, con pantalones, chaquetas y bufandas de color rosa, cantando “Marica yo, marica tú, maricas tooo-dooos!” En otra, muy divertida, bailaban unos hombrecillos pequeñísimos pero con cabezas y sombreros enormes; en realidad, personas de tamaño normal con el cinturón de los pantalones al nivel de las rodillas, la cara pintada en la barriga, y los hombros y brazos escondidos dentro del sombrero. Pero muy favorito – después de las deliciosas bailarinas que quería desplumar -- fue toda una peña de señores grandes, de caras y panzas como para ser ediles del concejo municipal o gerentes de empresa, disfrazados con pintura, falditas y sombrillas como Mary Poppins. Qué bueno tener un día para hacer el ridículo. Supongo que en Águilas, como en otras partes, el resto del año tienen que ser mucho más serios.

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Geoffrey Fox's short story collection Welcome to My Contri (1988, enlarged e-book 2010) was described by The New York Times Book Review as a "short and impressive work" in which "Mr. Fox [...] has created a memorable set of players who, while not natural antagonists (they often share the same dreams and goals), are still somehow bent on confrontation. Watching their sometimes vicious, often darkly humorous interactions leaves us thoroughly wrung out and aware that we are in the presence of a formidable new writer". Novels: A Gift for the Sultan (2010), Rabble! (2022) His articles, op-eds and book reviews have appeared in The Nation, The New York Times, the Village Voice and other publications. Since 2008, Fox has been living with his partner, architect Susana Torre, on the edge of the Mediterranean in the village of Carboneras in Andalusia, Spain, where his short stories (in Spanish) under the pen name "Baltasar Lotroyo" ("el otro yo" = alter ego in Spanish) have appeared in anthologies and online publications.